Nadie puede mirar
la belleza del mundo
sino a lo sumo oírla.
Es una voz secreta,
que es la nuestra y que surge
del fondo de un abismo.
No la entendemos. Sólo
podemos asistir
a su lento despliegue.
A veces ruge. Amarro
mis pretensiones: puedo
seguirla, no ganarle.
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