Mi rostro es una máscara
de cansados reflejos
que transmiten memorias
que sólo yo conozco.
Nadie ve, nadie sabe
de la tórtola herida
que aguarda en los rincones
de esta sala sin redes.
Nadie vendrá. Las prendas
que yacen al costado
de este cuerpo se funden
en un bronco delirio.
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