Son muy tristes las cosas
que desfibrila el odio.
Fustigadas, tundidas
por sus manejos, graznan.
No se apartan, no saben
más que dolerse en sí.
Hiel de la ingratitud,
el odio las captura
contra el umbral o inciso
en que reventarán.
Como pasan las motos así pasan los años: uno tras otro. Pero las motos se repiten, los años no. La mente se esfuerza en encontrar sími...
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