Los cartoneros no andan
ya en carritos. Caminan
por calles en que mandan
autos que contaminan
el ambiente, con una
bolsa a la rastra, gorda
de objetos que la Cuna
de la Mierda, esa sorda
cosa que es el Progreso,
comprará por un monto
irrisorio: tereso
final. Somos el tonto
que caga donde come.
(¡Y que el mundo se embrome!)
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