Ya son varios los miles
de muertos que la Guerra
propicia con misiles
e incursiones. Aterra
ver la tele, que sólo
son imágenes, vívidas
pero inocuas, el polo
opuesto a que las lívidas
horas sean pasadas
en un búnker en tanto
que aúllan las sirenas.
(Horas así: estocadas
bien reales. Espanto
las venideras penas.)
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