Mirás en el espejo
fijo que en la ventana
te devuelve el reflejo
de tu rostro una vana
imagen que tu vano
escribir reproduce
con versos que, aun ufano,
detestás. Te conduce
a registrarla un morbo
prolongado por años:
un trago que --¡es un sorbo!--
te mandás. Por los caños
de internet evacuás
todo eso que chupás.
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