Se ha roto mi alma como
si fuera un sonajero.
A la nada me asomo
como a un cascado cero
cuando quiero mirarla,
recordarla. Las horas
ya no son de aplastarla
con argumentos. Loras
de la culpa no chillan.
Tampoco erinias vuelan
sobre mí. No me humillan
las mentiras que velan
mi maldad. Estoy muerto
en un páramo incierto.
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